EN DEFENSA DE LA LENGUA ABORIGEN

Antes de la llegada de los españoles, se hablaba en el Perú infinidad de lenguas de las cuales era el quechua el que más resaltaba ya que era el idioma oficial del Imperio Inca, pese a ello y al igual que en otros aspectos de la sociedad Inca este idioma oficial “convivio” con el idioma aborigen de cada región.
Cuando llegaron los invasores españoles en el siglo XVI se impuso el español como lengua predominante, menospreciando y prohibiendo en algún momento el uso de las lenguas nativas[1], con el fin de la colonia y la independencia política del Perú, que significo el traspaso del poder político de la oligarquía feudal-mercantilista española a la oligarquía feudal-mercantilista peruana, en ese sentido las estructuras sociales no se alteraron y por lo tanto la situación del indio y de su idioma no mejoro.
Entrando al siglo XX, estos idiomas fueron menospreciados por la nueva oligarquía gobernante, la discriminación por parte de la gente de la ciudad a los migrantes andinos fue constante a lo largo del siglo. La gente de la ciudad también hizo lo propio, el típico acento de un quechua hablante recién aprendiendo español era motivo de burla y discriminación por parte de la gente que creía “hablar bien” el español, incluso de parte de gente de raíces andinas pero de mente o alienada diría yo.
Los medios de comunicación también fueron participes y cómplices de ello, en los programas cómicos se solían hacer (y aún se hace) burla del acento del hombre andino, como no recordar el tristemente celebre programa “La paisana Jacinta” donde se hacía burla de una inmígrate andina llegada a la capital. Pero lo más triste es el enorme éxito que tuvo entre la audiencia.
Y es que mantener a una población alienada y alejada de sus raíces sirva a los intereses de la clase dominante para que de esta manera se asegure el poder y desprestigiar a los movimientos populares y más si estos surgen en provincias o en los estratos más pobres de la sociedad. Se crea entonces ese ambiente en donde se asocia al indígena que valientemente lucha contra las contaminadoras mineras con el indio bruto típico creado por los medios: “el indio ignorante que no sabe nada de economía y por eso se opone a las minas, controlados por alguna ONG comunista por que estos no saben pensar por sí solos”.
No es de extrañar entonces que la congresista del partido del dictador más corrupto y neoliberal (¿coincidencia?) que ha existido en la historia del Perú, Martha Hildebrant haya pegado el grito en el cielo cuando la congresista del Partido Nacionalista María Sumire presento un proyecto de ley para la preservación uso y difusión de la lengua aborigen junto con la campaña habla en tu idioma, es tu derecho.
La congresista fujimorista, miembro de la Real Academia de la Lengua Española calificó de inútil tratando con aire de prepotencia y menosprecio a la congresista. Por su puesto M. Hildebrant representante de la oligarquía “intelectual” aliada al fujimorismo[2], no estaría de acuerdo que los indígenas recuperemos nuestra identidad cultural, ya que ello significaría el inicio de la reivindicación del pueblo oprimido por tantos siglos de dominación y el fin del poder político para personas como M. Hildebrant que no son más que “occidentales de segunda mano” como diría la canción de Los Prisioneros.
El quechua y los idiomas aborígenes son parte de nuestra identidad cultural, es la creación del hombre andino[3] y símbolo de la peruanidad, por que el Perú es un país multicultural y multilingüístico.
Debemos defender los idiomas aborígenes, es un deber de todo ciudadano. La oligarquía que siempre a gobernado a espaldas del país para el bien de sus propios intereses y de sus patrones extranjeros, ¡no podrá acallarnos!

¡HABLA EN TU IDIOMA, ES TU DERCHO!

[1] El quechua era solo aprendido por miembros del clero para “evangelizar” a los indios a su cargo.
[2] Osea a la mafia y a la corrupción que dicho partido, aliado ahora con el APRA, representa.
[3] Andino en el sentido amplio, no solo la zona de la sierra sino de todo el Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia.