Estaba leyendo un libro de historia del Perú republicano y la verdad me impresionó leer el capitulo que correspondía a la Guerra con Chile, una Guerra sin sentido entre Chile contra Perú y Bolivia. La oligarquía chilena que gobernaba el país desde que expulsaron al general O’Higgins (O’Higgins fue uno de los libertadores de Chile junto con San Martín), planeó la invasión de estos dos países a finales del siglo XIX para apoderarse de sus principales recursos pero no contentos con eso ocuparon Lima y otras ciudades del Perú y la dejaron devastada.
Incluso después de la batalla de Arica, donde murieron Francisco Bolognesi y Alfonso Ugarte, el Ministro de Estados Unidos se refirió al terrible accionar chileno de esta forma: “Las tropas chilenas se han conducido, no como un ejercito formalmente organizado por una nación que se llame civilizada, sino como una horda de salvajes errantes, ultimando a los heridos”[1]. A esta práctica de ultimar a los heridos se le llamaba “repase”, los soldados chilenos asesinaban a los sobrevivientes de las batallas, fusilaban a los prisioneros y ni siquiera tenían piedad por los cadáveres (destrozaron el cráneo de Bolognesi a pesar de que ya estaba muerto) y sin embargo los peruanos y bolivianos luchaban hasta el final.
Hay que recordar el episodio del combate de Angamos cuando el monitor “Huascar” (que junto con “la Unión” eran las únicas que quedaban de la escuadra peruana) dirigido por Miguel Grau fue prácticamente rodeado por la escuadra chilena que eran superiores en número y en tecnología y donde murieron heroicamente muchos oficiales y marineros entre ellos Miguel Grau. Luego de esto la escuadra chilena procedió a bloquear y saquear los puertos del sur y del Callao. Como escribió Markham “Esto no ha sido una guerra sino una matanza al por mayor”
Pero el acontecimiento más cruel y cobarde hasta esta parte de la Guerra fue la “expedición Lynch” en setiembre de 1880 y que fue dirigida por el chileno Patricio Lynch. Ideada desde el principio por la belicosa oligarquía chilena para invadir y destruir las haciendas y poblados del norte del Perú y así obligar al estado a firmar un denigrante “acuerdo de Paz” imposible de aceptar. La expedición de Lynch saqueó y destruyo algunas haciendas y poblados en Chimbote y de igual forma operó en Paita; un historiador chileno se refiere a esta expedición del siguiente modo: “No había, podido a la verdad, idearse, ni aún dentro de un cerebro enfermo, empresa tan fuera de razón, de propósito y de oportunidad, sin tomar en cuenta la implícita barbarie que a toda expedición de destrucción va afecta, sea en el mar, sea en tierra firme”, más adelante dice “En los primeros días de setiembre la expedición se hizo a la mar, iban en pos de vergüenza y de ignominia”[2]. Y encima al terminar el saqueo y la destrucción regresaron a Chile donde fueron premiados y ascendidos por la oligarquía chilena.
Pero lo peor estaba por venir los chilenos reembarcaron sus tropas en Pisco y desde allí inician su ingreso a Lima, en el camino se dedican a saquear, robar y asaltar las haciendas, poblados y caseríos que encontraban a su alrededor, finalmente en enero de 1881 llegaron a Lima. El ejecito peruano había sido casi totalmente destruido en las batallas anteriores así que los pobladores limeños salieron a defender su ciudad, se logró armar varias compañías para hacerle frente al invasor pero muchos de ellos apenas si podían usar las armas, ellos no eran soldados y en su mayoría estaba compuesta por jóvenes estudiantes, artesanos, mecánicos, entre otros.
La resistencia ante Chile empieza. Es recordada la heroica batalla de San Juan, finalmente los chilenos vencen y se dedican a incendiar y saquear Chorrillos. Luego los chilenos van tras la segunda línea de defensa: la de Miraflores, aquello ocurrió el 15 de enero de 1881, al final solo se podía ver los cadáveres de los jóvenes limeños (muchos de ellos aun cursaban el colegio), de los comerciantes, incluso algunos diputados y senadores, todos unidos por defender a la patria.
[1] Historia General de los Peruanos Tomo III/ El Perú Republicano. Markham y otros autores (Pág. 199)
[2] Ibíd. (Pág. 200)
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